En Granada, entre principios del siglo XX y mediados del siglo XX, se cristalizó una parte crucial de lo que el historiador Juan Marichal llamó «la universalización de España». Fue un período marcado tanto por la expansión como por la recepción, ya que España proyectaba su tradición cultural hacia afuera mientras también abrazaba influencias de mundos previamente inaccesibles. Esto se ejemplificó con el reconocimiento internacional de obras de Falla como «La vida breve» y «El amor brujo» en París y el estreno de «El retablo de maese Pedro», que reflejaba la convergencia de la tradición y la modernidad. Granada, con su escena creativa íntima pero mundialmente resonante, cautivó la imaginación en todo el mundo, inspirando obras de artistas renombrados como Debussy. La Granada de Falla, Lorca y Jiménez encarnaba una mezcla armoniosa de tradición e innovación, celebrada en el Festival de Música y Danza de Granada anual, que se celebra en el marco emblemático de la Alhambra.
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